Juan Carlos Segovia, alias “El Chino”, de 45 años, oriundo de Corrientes, fue capturado esta mañana una noche de fuga. Lo buscaban por asesinar a golpes a su pareja, Camila Mendoza, 20 años más jóven que él, en la casa que compartían en la esquina de las calles 238 y 80, zona de Lisandro Olmos, el cinturón de quintas de la periferia platense. Su cadáver fue hallado ensangrentado, con el torso desnudo.
Así, “El Chino” corrió por las quintas de la zona, esquivando patrullas. Los efectivos de la Comisaría 15° de Olmos lo encontraron no muy lejos de la escena del crimen, mientras se escondía en un invernadero en una quinta sobre la ruta 36, tras una investigación a cargo del fiscal Marcelo Romero, en la que participó la DDI platense. Tras identificarlo, lo arrestaron. Su indagatoria se espera en las próximas horas.

A Camila, se cree, la mató frente a un amigo, Federico Retamozo, “El Tony”, que no hizo nada para salvar a la joven y fue detenido poco después del hallazgo del cadáver de Camila.
La mató, se cree también, por celos.
Dos testigos clave ya declararon en el expediente, al que accedió Infobae. Ambos presenciaron las escenas previas que llevaron al femicidio, retuvieron en sus memorias los gritos de Segovia.
J.L, “El Pelado”, un hombre del barrio, sabía que venían por él. “Me volví a la finca, donde me quedé descansando tranquilo, cuando observo que venían caminando un muchacho que conozco”, Retamozo, “El Tony”, acompañado de Segovia. El testigo también vio a Camila, de acuerdo a su relato. Ya eran las 21:30 del domingo. Así, oyó gritos que venían de un galpón cercano. “¿Dónde está ‘El Pelado’? ¡’Peladoooooo’!”, gritó alguien. Camila también, pedía auxilio, que por favor la salvaran. J.L eligió salvar su vida, tal vez, se ocultó detrás de unos contenedores. Allí, Retamozo habló. “Mirá cómo salió a correr, ya le va a caber, encima le entró a tu mujer”, chicaneó “El Tony” a su amigo. “El Pelado” infirió que lo acusaban de protagonizar un amorío, algo que -dijo él a la Justicia- era mentira.
Luego, salió de su escondite. Acostumbrado a andar con un cuchillo, tomó un palo para defenderse. Segovia ya había huido, pero Retamozo seguía allí.

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